En la vida hay cosas difíciles, obstáculos y retos; sin embargo, tener que reglar cada mes, más que una dificultad a sortear, pareciera una maldición. La menstruación tiene tantos mitos como países en el mundo, la mayoría de connotación negativa, pero ¿se han puesto a pensar en el porqué? ¿Qué ha pasado a lo largo de la historia para generarnos tan mala fama?
Desde la antigüedad las mujeres hemos sido encasilladas en una vida de minorías, discriminación y desigualdad y, aunque no lo tomemos en cuenta, esto solo es una herencia de las civilizaciones antiguas. De acuerdo a la literatura y la mitología griega, la mujer era un ser de maldad y traición que no servía para nada más que para la reproducción. Incluso su lengua reflejaba la ideología ya que la mayoría de las palabras con connotaciones de obscuridad, maldición o peligro eran de género femenino.
Se decía que las mujeres eran las únicas capaces de dedicarse a la magia por el simple hecho de ser mujer. Al realizar actividades mágicas que interfirieran con el curso de la naturaleza o del hombre, caían en una falta y una maldad propia por el simple hecho de ser mujeres.
Pero los griegos no fueron los únicos responsables de la difamación; los judíos, los hititas, los indios americanos e incluso (o quizá más que nadie), los cristianos han incrustado la idea de la mujer como algo digno del menosprecio. Basta con ver la jerarquización de las religiones y su evidente desplazamiento y su afán de sobajar.
Pues bien, en algunas teorías y análisis históricos y literarios, toda esa mala fama que hemos cargado desde tiempos inmemoriales es resultado de una sola cosa: miedo. Pero, irónicamente, no es nuestro miedo, es el miedo del hombre, miedo a ser superado por un ser que sin tener en cuenta la fuerza física, tiene las mismas capacidades que el género masculino.
Esta teoría sobre la denigración como resultado del miedo es bastante interesante, ya que las propuestas giran en torno a que el hombre puede ser controlado a través del sexo y la mujer no. No quiero ser feminista ni caer en las etiquetas, pero esta propuesta no suena tan irreal.
La menstruación en la mitología y la realidad, por ende, pasa a ser un reflejo de aquel miedo milenario. Los mitos hititas decían que la vagina de la mujer tenía dientes, por lo que la reproducción se había detenido y debía ser solucionada; un dios preocupado por la escasez de población lanza una flecha para derribar la dentadura, por eso la mujer está condenada a sangrar cada mes.
Como esa historia hay muchas en la mitología, para los cristianos es un castigo que le debemos a Eva, pero, lo verdaderamente importante, fue que con el tiempo, el origen irreal de la menstruación fue usado, ventajosamente, como el pretexto perfecto para difamarnos aún más.
El miedo al control, el miedo a la inteligencia, la sobrevaloración del falo, realmente no está claro qué condujo al hombre a sobajarnos a tal grado. Porque una cosa es castigarnos con sangrado doloroso cada 28 días, pero castigarnos social y emocionalmente con miles de mitos que relacionan a las mujeres en su periodo con infertilidad, muerte y mal augurio, eso es tomar la historia de forma anacrónica.
Aún en muchas tribus actuales las mujeres en su periodo son apartadas, se les prohíbe acercarse a los campos, tocar las flores, tocar la comida, entrar a los templos, etc. La maldad contenida dentro de nuestros cuerpos, de forma más clara para nosotros, está reflejada en la sangre que se usa para hacer amarres.
La mujer tiene una etiqueta histórica que difícilmente podrá quitarse y que no es, en su totalidad, culpa de la modernidad. El avance, comparado con aquellos escritos que le quitaban la propiedad de ser humano para relegarlo a la de cosa, ha sido abismal y aunque nuestra sociedad, –esa con la que nos relacionamos–, ya no nos prohíbe tocar la carne o la fruta, la menstruación permanece como tabú.
Sabemos que podemos pasar por todos los estados de ánimo en una hora, sabemos que explotamos en llanto o furia ante cualquier provocación, sabemos lo intenso y complicado que puede ser convivir con nosotras en ese periodo lamentablemente cíclico; sin embargo, en lugar de huir a refugiarse con otros “machos alfa”, no estaría de más remover el tabú y educar a los hombres para que sepan lo que es, por qué pasa y cómo pueden ayudarnos.
El papel de la mujer en la mitología del mundo es muy interesante y aunque la sociedad solo haya decidido rescatar los improperios, si ahondamos en la literatura, la lengua y la historia, encontraremos que el vocablo más valorado por la humanidad es de género femenino: vida.
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