Quizá piensen que el Imperio romano no tiene nada que ver con México, pero el 15 de marzo de 44 a.C. debería ser un día mundial de luto por el hombre que hizo de todo, para todos, por todos y para él. César murió para darle la bienvenida a un Imperio que nos legó leyes, religión, iglesia, matrimonio, etc.
Pan y circo
Pan y circo, esa famosa artimaña que usan nuestros gobernantes para controlarnos y manipularnos; esas telenovelas, el box, el futbol, la leche liconsa, y el lamentable Sabadázo se la debemos, de cierta manera, a Julio César.Roma, en algún punto, se dividió entre los que apoyaban al pueblo y los que no, por lo que elegir un solo gobernante inclinado a cualquiera de las dos vertientes, resultaba perjudicial para el resto. En la lucha por el poder, un hombre llamado Mario, llegó para velar por los intereses del pueblo y ahí, en esa lucha, el poder se dio cuenta de que alimentar al pobre y velar por el desprotegido era la vía para llegar a la cima.
Definir si aquellos políticos tenían un genuino interés por el bien popular es difícil, pero sus acciones lo aseguran de alguna u otra forma. Por la misma línea de bienestar social llegó Julio César, un joven brillante y un excelente estratega militar que le brindo a Roma incontables triunfos.
Como parte de su carrera política, César impulsó el reparto de trigo e invirtió más que nunca en la lucha de gladiadores, así, logró ganar le cariño del pueblo, reelegirse como cónsul en repetidas ocasiones y generarse poco a poco el odio del Senado.
César, a su vez, fue conocido por su literatura, escribió La guerra de las Galias y La guerra civil, y es pertinente recalcar que cuando uno se acerca al latín, que el uso que tiene de la lengua, es igual de maravillosa que sus estrategias militares.
Existen rumores sobre una enfermedad que aquejó a César desde temprana edad, Plutarco narra que durante una batalla, el estratega cayó aquejado por convulsiones; mientras, Suetonio asegura que una enfermedad como intervención divina, lo obligaba a detener las asambleas del Senado u otras actividades. La medicina se ha inclinado por afirmar que padeció epilepsia, mientras corrientes modernas aseguran que se trataba de derrames cerebrales.
Por si fuera poco, Julio César también fue conocido por sus amoríos y su supuesta, casi confirmada, bisexualidad. Se dice que tuvo un hijo con Cleopatra de nombre Cesarión, quien siendo un niño amenazante por su linaje, fue mandado matar por Octavio, mejor conocido como Augusto, primer emperador romano. También se le atribuye un romance con Nicomedes IV, rey de Bitinia, a la corta edad de 19 años.
César fue un hombre con determinación en todos los aspectos de su vida, siempre acostumbrado a ganar; también tenía la fama de haberse acostado con varias esposas de los senadores, por lo que la coyuntura política y su incansable deseo sexual, generaron opiniones controversiales en torno a su presencia en la política.
Roma era una República y recordaba con mucho dolor el pasado monárquico de su primeros años, por lo que en el momento en el que César no sólo insinuó sino se proclamó Rey, levanto ciertas emociones en el Senado.
Un gran reformador
El cambio, aunque necesario, no siempre es bien recibido. César impulsó reformas agrarias y económicas; aumento las fiestas para satisfacer al pueblo, limitó el crecimiento desmedido de las riquezas personales y miró con otra perspectiva la etiqueta de “ciudadanía romana”.Julio César estaba listo para el siguiente paso, y así como Atenas tuvo que sufrir antes de su famosa democracia, el César tuvo que morir para que la semilla, regada con su sangre, nos reglará uno de los imperios más grandes de la historia.
El 15 de marzo, César acudió al senado y mientras su aliado, Marco Antonio, era detenido en la entrada, sufrió 23 puñaladas, pero sólo la empuñada por su entrañable compañero, Bruto, lo hirió tanto por dentro como por fuera.
César murió traicionado por sus iguales, pero aún en la muerte, nunca abandonó a aquellos que lo pusieron en lo alto. Su testamento confirmó la grandeza del Cesar repartiendo su fortuna al pueblo, a quien más lo necesitara.
César sólo uno, pero cómo dan ganas de tener uno más aquí, con otro nombre, con otra cara pero con la misma grandeza y determinación.
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